El hada que se alimentaba de sonrisas
Hacía bastante tiempo que Emzo había regresado de aquella aventura en la isla de Tesape Pora, y n sentimiento extraño despertó en su interior, una pequeña voz que le pedía que regresara. No era la primera vez que sentía necesidad de volver, pero esta vez era distinto, esta vez tenía que hacerlo. Así durante un par de horas maduro un plan para hacerlo.
A la mañana siguiente empaco lo necesario y se puso manos a la obra. Bajo al puerto y tomo prestado un pequeño bote que le llevara mar a dentro. Estuvo remando bastante tiempo hasta que perdió de vista la costa y llegó al medio de la nada en el mar. Lo fácil ya estaba hecho, ahora le tocaba esperar una tormenta. Dos días tardo el horizonte en cubrirse de negro y en anunciar la marejada, pero en cuanto Emzo lo vió remo desesperado hacía ella, y una vez dentro de la tormenta arremetió contra su pequeña embarcación, haciendo –como ya Emzo tenía previsto- que ésta acabara en el fondo del mar.
A la mañana siguiente todo parecía haber salido como Emzo planeo, puesto que despertó tirado y destrozado por el naufragio en una playa que, si su memoria no le fallaba pertenecía a la isla de Tesape Pora.
Pero algo le resultaba extraño, la isla parecía ahora desierta y apenas escuchaba ningún sonido conocido, así que decidió recorrerla para ir a buscar a sus tan queridos indígenas.
Tras un día entero recorriendo no consiguió encontrar a nadie así que volvió a la playa donde se sentó a reflexionar. Comenzó a pensar que muchas cosas habían cambiado, que tal vez había vuelto demasiado tarde, pero justo cuando empezaba a entristecer demasiado vio aparecer a lo lejos de la costa un barco en el que venían todos los indígenas. Su expresión cambio por completo y no puedo contaros que feliz vivió el reencuentro.
Sin embargo, si que era cierto que algunas cosas habían cambiado. Muchos de los indígenas que él conocía ya no estaban, otros habían crecido, la bruja después de un tiempo viviendo amablemente con los indígenas marcho a otro lugar distinto, y la princesa, ahora tenía era menos reconocida por los indígenas nuevos. Aún así, todo funcionaba más o menos como antes.
Bueno, no todo, desde hacía poco tiempo un nuevo ser había desembarcado en la isla. Este ser mágico había conseguido que todos los indígenas fueran un poco más felices y rieran más. El ser en cuestión se llamaba Ciris y resulta que era un hada. Un hada muy especial, ya que no era como el resto de las hadas. Éste hada se alimentaba de sonrisas. Cuando alguien reía o sonreía descargaba millones y millones de partículas de energía positiva y Ciris solo tenía que volar sobre ellas para alimentarse y cargar su energía mágica. De forma que Ciris pasaba su vida yendo de un lugar a otro para llevar felicidad y de esta forma poder seguir viviendo para llevar más felicidad a otros lugares. ¡Y vaya si lo conseguía! Pero Ciris no podía estar demasiado tiempo en un mismo sitio, porque cuando se bañaba mucho en una misma energía esta dejaba de hacerle efecto así que pronto se marcho para buscar nuevas personas a las que hacer feliz.
Al poco tiempo Emzo decidió ir en busca de Ciris, y la encontró, estaba tan fascinado con la naturaleza del hada que quería compartir con ella las risas y sonrisas de la gente. Y así fue, un tiempo, al menos. Pero como ya os he dicho Ciris no podía estar durante mucho tiempo en el mismo lugar y pronto volvió a irse. Desde entonces Emzo decidió que trataría de reír siempre, o al menos sonreír, por si algún día Ciris vuelve cansada y necesita energía para continuar
lunes, 9 de julio de 2007
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1 comentario:
Ciris... volverá en busca de la energía de Emzo.... estoy segura.
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